Desde que era pequeña me gustan los tatuajes. Mi padre llevaba dos, uno en el brazo y otro en la espalda. El del brazo era mi preferido cuando era una niña. Era un bufón al que llamé Bartolo; realmente me encantaba ese tatuaje. Y mi madre tiene uno en la zona del tobillo. Es una pequeña hada, que aunque a ella ahora no le gusta nada y se muera de ganas de tapárselo, a mí me sigue gustando. Quizá de aquí provenga mi pasión porlos tatuajes.
Siempre he visto como la gente los lucía, unos pequeños y otros grandes, unos en blanco y negro y otros a color, y siempre me ha encantado en hecho de pensar como sería llevar uno en la piel, una obra de arte que represente lo que me gusta y realmente quién soy. No sé la cantidad de tatuajes que acabare llevando pero cada vez es mayor al igual que mis ganas por tatuarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario